- Escucha, hijo
Así empieza la Regla. Para escuchar, primero debemos mantener silencio.
- El trabajo nos ayuda a conservar la mente sana
“La ociosidad es la enemiga del alma”, escribe Benito, que mandaba a sus monjes dividir su tiempo entre el trabajo, la lectura y la oración, de forma tal que desarrollaran un equilibrio entre cuerpo, mente y alma.
Ora et Labora
“Los somnolientos gustan de poner excusas”.
“La ociosidad es enemiga del alma”.
- Transformar toda tareas en oración
Para san Benito, toda tarea participa de la obra creadora de Dios y del sufrimiento de Cristo. El trabajo debería considerarse como un servicio al prójimo y una forma de oración.
- Nuestros días deberían seguir un ritmo
En un monasterio, la Regla impone un tiempo para todo: para rezar, trabajar, leer, meditar… Estos antiguos principios se siguen enseñando, en esencia, como parte de las habilidades de gestión del tiempo en escuelas de negocios y en libros de autoayuda, animándonos a establecer ciertos tiempos de inicio y de finalización para cada tarea.
- Ser atentos con los demás
Para san Benito, el respeto debe caracterizar todas nuestras relaciones con las personas. “Recíbanse a todos los huéspedes que llegan como a Cristo”, dice san Benito en la Regla, en especial “al recibir a pobres y peregrinos”. Si todos somos atentos y considerados con el prójimo —incluso con nuestros enemigos—, contribuiremos a construir un mundo que refleje el amor de Dios.
- Practicar la disciplina
El santo abad decía a sus monjes que pusieran fin de forma puntual a cualquier cosa que estuvieran haciendo cuando llegara el momento de pasar a otra tarea, por difícil que fuera hacer el cambio, en obediencia a la voluntad de Dios. Quizás no tengamos a un abad que nos dicte cuál es nuestro horario, pero forzarnos a nosotros mismos a seguir un programa bien diseñado nos libera realmente de la esclavitud de nuestros impulsos.
- Leer a menudo para nutrir mente y alma
San Benito hacía que sus monjes dedicaran una parte importante del día a leer la Escritura u otros libros edificantes, entre periodos de trabajo, oración y la cena. Leer buenos libros puede darnos ideas frescas, hacernos más empáticos, ensanchar nuestra mente y enseñarnos sabiduría del pasado y del presente.
- Entender y respetar nuestras prioridades
Para los monjes, la mayor prioridad es buscar a Dios, en especial en la oración. La Regla entera se organiza en torno a este principio. San Benito repite una y otra vez, con fórmulas que varían ligeramente: “Nada absolutamente antepongan a Cristo”.
- Hacer las paces con los demás
En diversos modos y circunstancias, san Benito insta a sus monjes a disculparse siempre que pudieran haber ofendido a otro. Les recuerda el requerimiento de la Sagrada Escritura: “Busca la paz y síguela” y el bien de “reconciliarse antes de la puesta del sol con quien se haya tenido alguna discordia”. Esto nos ayuda a crecer en bondad, además a contribuir a la estabilidad de la comunidad.
- Vivir cada día como si fuera el último
El santo abad decía a sus monjes que debían “tener la muerte presente ante los ojos cada día”. Esto nos ayuda a recordar nuestras prioridades y centrarnos en lo esencial.
(Publicado en Aleteia adaptado)
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