martes, 13 de junio de 2023

Sermón de San Antonio de Padua contra el Orgullo o pecado de Soberbia

 


La soberbia (del latín superbia ),  usada como sinónimo de orgullo (del francés orgueil).  La palabra griega orgullo es tuphoo.

"enaltecido","altivo", "engreído" 

 Typhóō (de typhos, "humo") - propiamente, soplar humo,  nublar el aire; (figuradamente) tener una mentalidad turbia (confusa) que resulta en la ceguera moral, y un juicio deficiente que resulta en aún más pérdida de lucidez espiritual.

Estrictamente hablando la Soberbia es el orgullo que lleva a la persona a igualarse a Dios o ponerse en antagonismo con Dios.


El hombre soberbio se aleja de Dios por el desprecio a sus leyes. 


 

“El principio de la soberbia es apartarse de Dios y alejarse el corazón del Creador. Porque el pecado es el principio de la soberbia y el que se entrega a ella esparce abominación” (Eclesiástico10:14-15).


Santo Tomás de Aquino definió los 7 pecados capitales. Los “pecados capitales que la tradición cristiana ha distinguido siguiendo a san Juan Casiano y a san Gregorio Magno. Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Son la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria (en latín, luxuria), la gula, la pereza  (acidia)”.

Por el pecado de soberbia "la criatura vuelve su espalda a Dios, no por debilidad e ignorancia, sino solamente porque en su autoexaltación no se molesta en someterse".

Tobias 4:14 "La soberbia acarrea la ruina y prolija inquietud"

El orgullo o la arrogancia, es un deseo desordenado, un hambre de gloria con desprecio de la grandeza y gloria de Dios, es el amor propio que busca la atención y el honor hacia la propia persona, que trata de igualarse a Dios. La soberbia es uno de los mayores pecados según la Biblia, y su origen es el mismo pecado original de rebelión contra Dios, en el deseo de los hombres de considerarse dioses, creyendo conocer el bien y el mal. El hombre peca de soberbia cuando desprecia las leyes divinas que prohíben el pecado. El hombre, por soberbia, se rebela contra la sujeción a Dios Todopoderoso, desprecia y desobedece Su Santa Ley.

Proverbios 8:13

Temer al Señor es aborrecer el mal; la arrogancia y el orgullo, la mala conducta y la boca perversa, las detesto.


Santo Tomás Moro habla del orgullo como cabeza y raíz de todos los vicios, y Santo Tomás de Aquino considera el pecado de (orgullo) soberbia “la reina de todos los vicios, y pone en su lugar a la vanagloria como uno de los pecados capitales”


 

San Antonio de Padua advirtió que:

“Todos los pecados son repulsivos ante Dios, pero el más repulsivo de todos es el orgullo del corazón


 

 San Gregorio nos enseña: 

“Cuando la soberbia, reina de todos los vicios, se hace dueña del corazón, lo entrega a los siete vicios capitales, lo mismo que a capitanes de un ejército de devastación, de los que nacen muchos otros vicios”.

 

(La apostasía es un pecado de infidelidad que) nace de soberbia, por la que el hombre no se somete a las reglas de la fe. (Santo Tomás, Suma Teológica,2-2, q. 10, a. 1). 

 

 Si bien todos los vicios nos alejan de Dios, sólo la soberbia se opone a El; (a ello se debe) la resistencia que Dios ofrece a los soberbios. (Santo Tomás, Suma Teológica,2-2, q. 162, a.  6). 

 

“Fue el orgullo lo que transformó a los ángeles en demonios, y es la humildad la que convierte a los hombres en ángeles.”  – San Agustín.

 

Nascosta superbia, manifesta lussuria:

Como dice san Augustín, «suele castigar Dios la secreta soberbia con manifiesta lujuria».

– Santo Tomás: «Ad convincendum superbiam hominum Deus aliquos punit, permittens eos ruere in peccata carnalia, quae, etsi sint minora, tamen manifestiorem turpitudinem continent» (Para mostrar la soberbia de los hombres, castiga Dios a algunos permitiendo que caigan en pecados carnales, que si bien son menores, contienen un género de torpeza más evidente) (STlg. II-II, 162, 6 ad 3).      

 San Buenaventura: «Item Isidorus: “Deus occultam superbiam clericorum vindicat per manifestam luxuriam"… ergo manifesta luxuria est poena superbiae» (También Isidoro: “Dios castiga la soberbia oculta de los clérigos por la lujuria manifiesta"… luego la lujuria manifiesta es castigo de la soberbia). (Quaestio 1. Utrum peccatum sint poena peccati. Rationes principales, 4).

 

Sermón de San Antonio de Padua contra los soberbios:

 Pedro 2:2, Judas 3-13

 Hay otros animales que llevan los cuernos dirigidos hacia adelante, como los unicornios. Esto simboliza la soberbia de los hipócritas, que disfrazan su soberbia bajo la apariencia de la religión. De ellos dice el Eclesiástico: “No faltan algunos que se humillan falsamente; pero su interior está lleno de engaño” (19, 23). Y el bienaventurado Gregorio: “Preciosa cosa es la humildad, con la cual la misma soberbia quiere disfrazarse, para no ser despreciada”. Además, hay animales que llevan los cuernos retorcidos en sí mismos, como la vaca salvaje; y esto simboliza la soberbia de algunos que se destruye en sí misma. Dice Isaías: “El Señor de los ejércitos despedazará en el terror el pequeño cántaro de barro cocido, y los altos de estatura serán truncados, y los más grandes serán humillados” (10, 33). El cántaro de barro cocido es la mente del pecador soberbio, hecha de barro y frágil, llena del agua de la arrogancia, que el Señor quebrantará, cuando en la mente del mismo soberbio infunda el terror del último juicio. Y en aquel juicio “los altos de estatura”, que ahora parecen despreocuparse de aquella sentencia: “¡Vayan, malditos, al fuego eterno!”, serán truncados; y “los más grandes”, que ahora caminan con paso solemne, con cabeza erguida y haciendo guiños con los ojos, serán humillados hasta el infierno y el lago profundo, en el cual no hay agua para su refrigerio.


Ezequiel 16:49-50 Éste fue el crimen de Sodoma, tu hermana, y de sus hijas: soberbia, gula y pereza; no socorrieron al  afligido ni al necesitadosino que se llenaron de orgullo y cometieron lo que yo detesto (se entregaron a prácticas repugnantescometieron abominaciones delante de Mí); por eso los aniquilé, como has visto.


— De los Sermones de san Antonio de Padua:
¡Qué grande es la vanagloria de creerse que pueda el hombre hacerse Dios! ¡Desgraciado! Por haber querido vanamente divinizarte te has rebajado hasta infrahumanizarte.

 

San Francisco de Asís amonestó: 

Y los demonios no son los que le han crucificado; eres tú quien con ellos lo has crucificado y lo sigues crucificando todavía, deleitándote en los vicios y en los pecados (Admonición  5, 3).

Afirma San Francisco de Asís que quien posee una virtud las posee a todas, y quien ofende a una de ellas a todas ofende.


No existe ninguna otra pasión como la soberbia, capaz de aniquilar las virtudes y despojar al hombre de toda justicia y santidad. Al modo de una enfermedad contagiosa que afecta a todo el organismo, y no se contenta con debilitar un solo miembro sino que corrompe el cuerpo entero, así esta pasión derriba a aquellos que están ya firmes en la cima de la virtud para deshacerse de ellos. (Casiano, Instituciones,12). 

San Agustín dice que el pecado es toda obra, palabra o deseo que es contrario a la Ley de Dios.
 “Los soberbios se han burlado de mi hasta el extremo, pero yo no me he apartado de tu Ley” (Salmos 118, 51).
El soberbio no sólo desprecia la Ley de Dios sino que también persigue a los que la cumplen.

Leemos en Proverbios 13:10 que: La soberbia sólo ocasiona contiendas. 
Nada tiene de extraño que la soberbia engendre divisiones y el amor, unidad. (San Agustín, Sermón 46, sobre los pastores).
San Gregorio Magno nos enseña que: La doctrina de la verdad  abandona a las almas soberbias.

San Agustín afirma que pecar es “amarse a sí mismo hasta despreciar a Dios”. 


Que alguien desee desordenadamente algún bien temporal, procede de que se ama a si mismo desordenadamente, puesto que amar a alguien es querer el bien para él. (Santo Tomás, Suma Teológica,1-2, q. 77, a. 5).

 

Lo más terrible de ese pecado es que, cuanto más domina al hombre, menos culpable se cree éste del mismo. En efecto, jamás el orgulloso querrá convencerse de que lo es, ni jamás reconocerá que no anda bien: todo cuanto hace y todo cuanto habla, está bien hecho y bien dicho. (Santo Cura de Ars, Sermón sobre el orgullo).

Practiquemos las siete virtudes que contrarrestan a los siete pecados capitales. 

1. LA CURA DEL ESPÍRITU DE ORGULLO ES: EL ESPÍRITU DE HUMILDAD.

¡Tanto pudo la soberbia humana, que necesitó de la humildad divina para curarse! (San Agustín, Sermón 183)
Cuanto más humilde sea el hombre ante sí mismo, más grande será ante Dios; el soberbio, cuanto más glorioso aparece ante los hombres, más abyecto es delante de Dios. (San Agustín, Sermón sobre la humildad y el temor de Dios).

La epístola de Santiago nos enseña lo que debemos hacer para volvernos humildes:

  • Someternos a Dios (Santiago 4: 7).
  • Acercarnos al Señor (Santiago 4: 8). 
  • Perseguir la santidad (Santiago 4: 8- Purifiquen su corazón, santifiquen sus corazones). "Quiten el pecado de su vida, pecadores. Concentren su mente en Dios, ustedes que quieren  seguir a Dios y (amar) al mundo".
  • Es necesario Arrepentirnos de todo pecado (Santiago 4: 9). Un Corazón contrito significa "estar completamente arrepentido, sintiendo remordimiento y afectado por la culpa, profundamente arrepentido y deseando expiar el pecado".
  • Hacer una buena Confesión: Santiago 5:16
  • Resistir la tentación. Huir de las ocasiones de pecado  (Santiago 4:7) y de las malas compañías. 


2. LA CURA DEL ESPÍRITU DE LA AVARICIA ES: EL ESPÍRITU DE LA GENEROSIDAD.
3. LA CURA DEL ESPÍRITU DE LUJURIA ES: EL ESPÍRITU DE CASTIDAD.
4. LA CURA DEL ESPÍRITU DE IRA ES: EL ESPÍRITU DE PACIENCIA.
5. LA CURA DEL ESPÍRITU DE LA GULA ES: EL ESPÍRITU DE LA TEMPLANZA.
6. LA CURA DEL ESPÍRITU DE LA ENVIDIA ES: EL ESPÍRITU DE CARIDAD.
7. LA CURA DEL ESPÍRITU DE PEREZA ES: ESPÍRITU DE DILIGENCIA.

 El Señor hizo alarde del poder de su brazo, deshizo las miras del corazón de los soberbios. San Lucas 1,53.

 Piensa a menudo que más pronto o más tarde has de morir, y que tu cuerpo se pudrirá en la sepultura; ten siempre ante los ojos el tribunal inexorable de Jesucristo, ante el cual todos necesariamente hemos de comparecer; medita en los eternos dolores que esperan a los malos en el infierno, y especialmente a los imitadores de Satanás, que son los soberbios. (León XIII- Práctica de la humildad).


Y, sepámoslo, nunca seremos vencidos más fácilmente por nuestro rival que cuando le imitemos en la soberbia [. . .], ni le derribaremos con más empuje que imitando la humildad de Nuestro Señor, ni le serán nunca nuestros golpes más dolorosos y duros que cuando curemos nuestros pecados con la confesión y la penitencia. (San Agustín, Sermón 351).


1 comentario:

  1. «Si hemos de dar oídos a sus palabras (de los soberbios), diremos que fueron los más valerosos conquistadores de la tierra; parece como si hubiesen recorrido el universo entero; y los jóvenes alábanse de lo que no harán nunca; todos mendigan, todos corren detrás de una boqueada de humo, que ellos llaman honor. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el orgullo).

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