jueves, 14 de mayo de 2020

Seis Domingos de San Luis Gonzaga

En memoria de los seis años que el Santo vivió en la religión de la compañía de Jesús. Y son tantos los prodigios, que así en lo espiritual, como en lo temporal logra ésta devoción que para fomentarla N.SS.P. Clemente XII en diciembre de 1739, concedió indulgencia plenaria en cada uno de los seis domingos.

Primer Domingo
San Luis llora sus pecados.

Aunque puede decirse que San Luis Jamás cometió pecado alguno, no obstante, lloró amargamente lo que él miraba como faltas muy graves; y era el haber tomado, cuando apenas tenía cuatro o cinco años, un poco de pólvora a los soldados de su padre, con el fin de disparar un cañoncito; además se acusaba de haber proferido algunas palabras inconvenientes que había oído a los mismos soldados, y cuyo sentido no comprendía. Lloró éstas faltas toda su vida, cayendo desmayado a los pies del confesor la primera vez que se confesó; derramando abundantes lágrimas siempre que las recordaba. Las rigurosas penitencias, duras mortificaciones y austeros y prolongados ayunos que se imponía, eran hijos no sólo del amor de Dios, sino también del deseo de macerar su inocente cuerpo, por las faltas que había cometido en sus primeros años.

¡Que confusión para nosotros, pues habiendo cometido tantos y tan grandes pecados, no damos casi señales de arrepentimiento! Si consideramos que un solo pecado mortal ultraja a un Dios de infinita bondad, nos hace indignos del Paraíso y merecedores del infierno con sus tormentos eternos, ¿quien podría contener las lágrimas? Éste pensamiento  hacia llorar a San Luis.

Jaculatoria: ¡Amable, protector mío, que teniendo tan poco porque llorar, derramasteis tan amargas y abundantes lágrimas!, haced que llore y deteste mis culpas, para obtener de Dios el perdón de ellas.

Práctica: Si vuestra conciencia os reprocha de alguna falta, pedid inmediatamente perdón al Señor, de todo corazón, prometiéndole confesaros lo más pronto posible.

 Oración

¡Oh Luis santo, adornado de angélicas virtudes! Yo indigno devoto vuestro postrado, humilde a vuestros pies, adoro la majestad infinita que os elevó a tanta gloria; bendigo mil veces a la Santísima Trinidad, que os concedió tan perfecta inocencia y adornó vuestra alma de tan heroicas virtudes. Suplicaos humildemente que por tan sobrenaturales dones por el amor de Dios que abrasaba vuestro corazón en la tierra, me recibáis hoy en el número de vuestros devotos y me obtengáis verdadera contrición de mis pecados y gran pureza de corazón que me aleje de todo lo que pueda ofender a mi Dios. Os suplico seáis mi protector en todas las acciones de mi vida y especialmente en la hora de la muerte. Y vos, oh gran Reina del Cielo María, que tanto amasteis y favorecisteis a San Luis mientras vivió en la tierra, haced que sean eficaces mis oraciones; atendedlas, no por mis méritos, sino por los de vuestro siervo San Luis y por vuestro amor maternal. Haced, Oh querida Madre Mía, que imite a este santo durante mi vida y después de una santa muerte, participe de la felicidad que en compañía de los bienaventurados goza por toda la eternidad. Así Sea.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Segundo Domingo 
Día segundo de la Novena
Penitencia de San Luis


La vida de San Luis es un conjunto de las mas puras y santas virtudes, a las cuales unía la mas austera penitencia. Niño aun , mortificaba continuamente su inocente cuerpo con ayunos, no tomando algunos días mas que una onza de alimento. (....) pidió a su superior que al morir su cuerpo se tendiese desnudo en el suelo para morir como verdadero penitente por amor de aquel que había muerto por él sobre el duro madero de la cruz.

Si San Luis príncipe de complexión débil siendo tan puro e inocente hacia tanta penitencia, que motivo de confusión para los jóvenes que buscan mil pretextos para huir o evitar todas las ocasiones de hacer algún sacrificio de amor de Jesús que tanto sufrió por nosotros!

Jaculatoria: Glorioso San Luis!, obtenedme un verdadero deseo de hacer penitencia de mis pecados, para no tener la desgracia de llorarlos inútilmente en el infierno.

Práctica: Hacer ayuno de todo lo que nos aparte de los ratos de oración y de nuestro Señor Jesucristo, practicando el ayuno que más agrada a nuestros Señor. 

Oración

¡Oh Luis santo, adornado de angélicas virtudes! Yo indigno devoto vuestro postrado, humilde a vuestros pies, adoro la majestad infinita que os elevó a tanta gloria; bendigo mil veces a la santísima Trinidad, que os concedió tan perfecta inocencia y adornó vuestra alma de tan heroicas virtudes. Suplicaos humildemente que por tan sobrenaturales dones por el amor de Dios que abrasaba vuestro corazón en la tierra, me recibáis hoy en el numero de vuestros devotos y me obtengáis verdadera contrición de mis pecados y gran pureza de corazón que me aleje de todo lo que pueda ofender a mi Dios. Os suplico seáis mi protector en todas las acciones de mi vida y especialmente en la hora de muerte. Y vos, oh gran Reina del Cielo María, que tanto amasteis y favorecisteis a San Luis mientras vivió en la tierra, haced que sean eficaces mis oraciones; atendedlas, no por mis méritos, sino por los de vuestro siervo san Luis y por vuestro amor maternal. Haced, Oh querida Madre Mía, que imite a este santo durante mi vida y después de una santa muerte, participe de la felicidad que en compañía de los bienaventurados goza por toda la eternidad Así Sea.

 Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Tercer Domingo 
Día tercero de la novena
San Luis, modelo de Pureza

Todas las virtudes fueron practicadas por San Luis en grado heroico, pero la que brilló en él con más resplandor fue la pureza; por eso era conocido generalmente con el nombre de ángel en carne humana o joven angelical. A veces sucedía que la conversación entre sus compañeros o conocidos no era todo lo correcta que fuera de desear; pero al acercarse Luis la interrumpían al punto, por no ofender su modestia y candor. Debemos advertir, además, que, para conservar una virtud tan preciosa, guardaba cuidadosamente todos sus sentidos y en particular el de la vista. (...)

Tenia solo diez años cuando conoció el valor inestimable de esta hermosa virtud e hizo voto a los pies de María Santísima, Reina de las vírgenes, de conservarla siempre. Ella le recompensó de tal manera acto tan heroico, que Luis no sintió jamás tentación alguna contra la pureza, teniendo la dicha de morir conservando la inocencia bautismal.

Amados jóvenes: si queréis guardar esta virtud tan agradable a Dio , a la santísima Virgen y a todos los Ángeles, tomad por modelo a San Luis; poneos como él bajo la protección en la tierna Madre y Ella custodiara vuestra pureza. Oh María acoge las almas puras y castas con más amor que a las demás. Cuantas gracias les concede! Pero es imposible conservar esta virtud sin huir de la ociosidad, fuente y raíz de todo vicio, de las malas compañías y sin guardar los sentidos especialmente el de la vista.

Jaculatoria: Haced, oh Luis Santo!, que huya como de la peste de la ociosidad y de los malos amigos, pues con sus perversas máximas contribuyen a la perdición de mi alma.

Práctica: Tomad hoy la resolución de no mirar jamás objetos peligrosos, ni hablar de cosas contrarias a la santa pureza.

Oración

¡Oh Luis santo, adornado de angélicas virtudes! Yo indigno devoto vuestro postrado, humilde a vuestros pies, adoro la majestad infinita que os elevó a tanta gloria; bendigo mil veces a la santísima Trinidad, que os concedió tan perfecta inocencia y adornó vuestra alma de tan heroicas virtudes. Suplicaos humildemente que por tan sobrenaturales dones por el amor de Dios que abrasaba vuestro corazón en la tierra, me recibáis hoy en el número de vuestros devotos y me obtengáis verdadera contrición de mis pecados y gran pureza de corazón que me aleje de todo lo que pueda ofender a mi Dios. Os suplico seáis mi protector en todas las acciones de mi vida y especialmente en la hora de muerte. Y vos, oh gran Reina del Cielo María, que tanto amasteis y favorecisteis a San Luis mientras vivió en la tierra, haced que sean eficaces mis oraciones; atendedlas, no por mis méritos , sino por los de vuestro siervo san Luis y por vuestro amor maternal. Haced, Oh querida Madre Mía, que imite a este santo durante mi vida y después de una santa muerte, participe de la felicidad que en compañía de los bienaventurados goza por toda la eternidad  Así Sea.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Cuarto Domingo 
San Luis Desprendido de los Bienes de la Tierra.

Todos los bienes terrenos fueron mirados con desprecio por San Luis. Le aterraban por sobremanera aquellas palabras del Salvador en que dice que "es mas fácil que un camello pase por el hondón de una aguja, que un rico se salve".

Por esto compadecía a los ricos y a los grandes del mundo, porque muchos pierden la felicidad eterna por un puñado de oro y algunos palmos de tierra. Despreciaba todo respeto humano y aunque se burlaron de él muchas veces, no obstante dejaba que todos hablasen a su antojo, no preocupándose más que de la mayor honra y gloria de Dios y de la salvación de su alma.

Por los grandes peligros que siempre llevan consigo las riquezas y los honores de la tierra, resolvió deshacerse de todo para seguir únicamente a Dios. Por esto abandonó el Principado, parientes, amigos y después de haber sufrido muchas oposiciones por parte de unos y otros, abrazo el estado religioso en el que llegó  a un alto grado de perfección cristiana.

Si queremos también nosotros desprendernos de las vanidades del mundo y dedicarnos al servicio de Dios, comencemos por despreciar los bienes terrenos, que como punzantes espinas y lazos funestos, sirven de obstáculos a nuestra salvación; estimemos solamente aquellos que pueden conducirnos a una feliz y eterna bienaventuranza diciendo con san Luis : «Lo que no es eterno, no es nada: Quod aeternum non est, nihil es.» Conseguiremos esto despreciando todo respeto humano, ocupándonos solamente en honrar a Dios, frecuentando los Sacramentos de la confesión y comunión, que son los medios mas eficaces para vencer la fatal vergüenza de mostrarse cristianos, desprendiendo nuestro corazón de todas las cosas terrenas y poniéndolos solamente en las celestiales.

Jaculatoria: Oh Amabilísimo San Luis! por la misma unión que tuviste con Dios, concededme que en lo por venir mi corazón no se preocupe sino de los bienes eternos y desprecie siempre los de la tierra.

Práctica: Prometed hoy a Dios frecuentar cuanto sea posible, los sacramentos de la Confesión y Comunión y poner en práctica los buenos consejos del confesor.

Oración

¡Oh Luis santo, adornado de angélicas virtudes! Yo indigno devoto vuestro postrado, humilde a vuestros pies, adoro la majestad infinita que os elevó a tanta gloria; bendigo mil veces a la Santísima Trinidad, que os concedió tan perfecta inocencia y adornó vuestra alma de tan heroicas virtudes. Suplicaos humildemente que por tan sobrenaturales dones por el amor de Dios que abrasaba vuestro corazón en la tierra, me recibáis hoy en el número de vuestros devotos y me obtengáis verdadera contrición de mis pecados y gran pureza de corazón que me aleje de todo lo que pueda ofender a mi Dios. Os suplico seáis mi protector en todas las acciones de mi vida y especialmente en la hora de muerte. Y vos, oh gran Reina del Cielo María, que tanto amasteis y favorecisteis a San Luis mientras vivió en la tierra, haced que sean eficaces mis oraciones; atendedlas, no por mis méritos, sino por los de vuestro siervo san Luis y por vuestro amor maternal. Haced, Oh querida Madre Mía, que imite a este santo durante mi vida y después de una santa muerte, participe de la felicidad que en compañía de los bienaventurados goza por toda la eternidad Así Sea

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 Quinto Domingo
Amor que San Luis Tenía a Dios
San Luis fue un serafín en el amor divino

Tan abrasado estaba en él, que sólo el pensar u oír hablar de Dios, bastaba para hacerle caer en una especie de éxtasis.

Su amor a Jesús crucificado era ardentísimo. Soportaba con alegría los desprecios y enfermedades y en una palabra todo lo que daba ocasión de padecer por el Señor. Que diremos de su devoción a Jesús Sacramentado? Pasaba muchas horas ante el altar y niño aún empleaba días en preparase para la comunión y otras tres en dar gracias. Siendo mayor se acercaba todos los días a la santa Mesa, pero siempre con angelical fervor y con el mas profundo recogimiento. Al recibir la Santa Hostia se deshacía en lágrimas de ternura y en sentimientos de devoción, de tal manera, que con frecuencia le faltaban las fuerzas para levantarse del suelo.

Por que experimentamos nosotras tan poco agrado en las cosas espirituales? Porque nuestro corazón no arde en amor por Jesús Crucificado,  y porque recibimos la santa Comunión indignamente o con el corazón lleno de afecto terrenos; pues es imposible acercarse a esta hoguera ardiente del amor de Dios, sin sentirse encendido y recibir de ella fuerza y consuelo. Acerquémonos, pues, de hoy en adelante con el corazón inflamado de viva caridad y con fervorosos actos de fe, esperanza y amor; y entonces experimentaremos también nosotros aquellas delicias y consuelos que inundaban el corazón de San Luis.

Jaculatoria: Oh Gran serafín de amor!, haced que de hoy en adelante no desee otra cosa que amar y servir a Dios.

Práctica: Procurad rezar las oraciones de la mañana y de la noche delante de la imagen de Jesús Crucificado, besándola con devoción. Los Sumos Pontífices han concedido muchas indulgencias a esta piadosa práctica.

Si podéis, haced una visita a Jesús Sacramentado, sobre todo donde haya Exposición de las cuarenta Horas.

Oración

 ¡Oh Luis santo, adornado de angélicas virtudes! Yo indigno devoto vuestro postrado, humilde a vuestros pies, adoro la majestad infinita que os elevó a tanta gloria; bendigo mil veces a la santísima Trinidad, que os concedió tan perfecta inocencia y adornó vuestra alma de tan heroicas virtudes. Suplicaos humildemente que por tan sobrenaturales dones por el amor de Dios que abrasaba vuestro corazón en la tierra, me recibáis hoy en el número de vuestros devotos y me obtengáis verdadera contrición de mis pecados y gran pureza de corazón que me aleje de todo lo que pueda ofender a mi Dios. Os suplico seáis mi protector en todas las acciones de mi vida y especialmente en la hora de muerte. Y vos, oh gran Reina del Cielo María, que tanto amasteis y favorecisteis a San Luis mientras vivió en la tierra, haced que sean eficaces mis oraciones; atendedlas, no por mis méritos, sino por los de vuestro siervo san Luis y por vuestro amor maternal. Haced, Oh querida Madre Mía , que imite a este santo durante mi vida y después de una santa muerte, participe de la felicidad que en compañía de los bienaventurados goza por toda la eternidad Así Sea.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Sexto Domingo 
Caridad de San Luis para con el Prójimo.

El amor al prójimo es la medida del amor a Dios. San Luis no solo era caritativo para con su prójimo , sino que sabia soportar admirablemente sus defectos. Desde niño fue tan paciente que toleraba con mayor dulzura los insultos , ultrajes y palabras de desprecio que sus compañeros le dirigían  y lejos de mostrar resentimiento se gozaba en dar mayores muestras de cariño al que mas le había ofendido. Había aprendido y meditado aquellas palabras del Evangelio: "Dad lo superfluo a los pobres".  Por eso sentía sumo placer en privarse no solo de lo que le sobraba , sino aun de las cosas de su mayor agrado , para darles limosna Cuando algún pobre llamaba a su puerta, iba inmediatamente a verle , corría gozoso en busca de su madre para que le diese alguna limosna, e inmediatamente se la daba al mendigo. Pero la caridad de Luis era mucho mas ardiente , si se trataba de las necesidades del alma.

Aun siendo seglar , acostumbraba ir a la iglesia a enseñarr la doctrina a los ignorantes, corregir sus costumbres y procurar pacificarlos en sus pendencias y discordias. Después que fue religioso , recorría toda Roma , a fin de instruir a los mendigos y conducirlos el mismo a un confesor, para que los absolviese de sus culpas y recuperarse la gracia de Dios. No teniendo otra cosa que ofrecer a Dios en favor del prójimo sino su vida llego hasta hacer este sacrificio. En ocasión de una terrible pestilencia que asolaba a Roma, obtuvo permiso para asistir a los apestados ; eligiendo siempre los enfermos mas repugnantes para prodigarles sus cuidados.

Iba por las ciudad, de puerta en puerta , pidiendo una limosna para ellos; y los atendía, prestándoles los mas humildes servicios.

También nosotros , queridos jóvenes, podemos imitar a este gran Santo en las obras de caridad soportando los defectos de nuestros compañeros, y perdonándolos de todo corazón cuando nos ofendan. Pero esta caridad será mas meritoria, si tratamos de enseñar  a nuestros semejantes las grandes verdades de la fe, o al menos de conducirlos a donde puedan ser instruidos en ellas. A cuantas almas podremos apartar del sendero de la perdición , mostrándoles el verdadero camino que conduce a la vida eterna!

Cuantas gracias nos obtendrá por ello del Señor la intercesión de San Luis!

Jaculatoria: Amabilísimo San Luis, inflamad mi corazón en el verdadero amor al prójimo , para que crezca en mi cada día mas y mas el amor de Dios.

Práctica: Procurad atraer a alguno de vuestros compañeros a oír la palabra de Dios y recibir el sacramento de la confesión.

Oración

¡Oh Luis santo, adornado de angélicas virtudes! Yo indigno devoto vuestro postrado, humilde a vuestros pies, adoro la majestad infinita que os elevó a tanta gloria; bendigo mil veces a la santísima Trinidad, que os concedió tan perfecta inocencia y adornó vuestra alma de tan heroicas virtudes. Suplicaos humildemente que por tan sobrenaturales dones por el amor de Dios que abrasaba vuestro corazón en la tierra, me recibáis hoy en el numero de vuestros devotos y me obtengáis verdadera contrición de mis pecados y gran pureza de corazón que me aleje de todo lo que pueda ofender a mi Dios. Os suplico seáis mi protector en todas las acciones de mi vida y especialmente en la hora de muerte. Y vos, oh gran Reina del Cielo María, que tanto amasteis y favorecisteis a San Luis mientras vivió en la tierra, haced que sean eficaces mis oraciones; atendedlas, no por mis méritos, sino por los de vuestro siervo san Luis y por vuestro amor maternal. Haced, Oh querida Madre Mía, que imite a este santo durante mi vida y después de una santa muerte, participe de la felicidad que en compañía de los bienaventurados goza por toda la eternidad Así Sea.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

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