¡Oh Médico divino de las almas y de los cuerpos, Redentor Jesús, que durante tu vida mortal distinguiste con tu predilección a los enfermos, sanándolos con el tacto de tu mano omnipotente! Nosotros, llamados a la ardua misión de médicos, te adoramos y reconocemos en Ti a nuestro excelso modelo y sostén.
Mente, corazón y manos sean siempre guiados por Ti, de modo que merezcan la alabanza y el honor que el Espíritu Santo atribuye a nuestro oficio.
Acrecienta en nosotros la conciencia de ser en cierto modo, tus colaboradores en la defensa y en el desarrollo de las criaturas humanas e instrumento de la misericordia.
Ilumina nuestras inteligencias en el áspero combate contra las innumerables enfermedades de los cuerpos, a fin de, que, sirviéndonos rectamente de la ciencia y de sus progresos no se nos oculten las causas de los males ni nos lleven a engaño sus síntomas, antes bien, con seguro juicio, podamos indicar los remedios dispuestos por tu Providencia.
Dilata nuestros corazones con tu amor, de modo que viéndote a Ti mismo en los enfermos, especialmente en los más abandonados, respondamos con infatigable solicitud a la confianza que ponen en nosotros.
Haz que, imitando tu ejemplo, seamos paternales en compartir el dolor con otros, sinceros en aconsejar, diligentes en curar, incapaces de engañar, suaves al anunciar el misterio del dolor y de la muerte; y, sobre todo, que seamos firmes en defender tu santa ley del respeto a la vida contra los asaltos del egoísmo y de los perversos instintos.
Como médicos que nos gloriamos de tu nombre, prometemos que nuestra actividad se moverá constantemente dentro de la observancia del orden moral y bajo el imperio de sus leyes.
Concédenos, por último. que nosotros mismos, por una cristiana conducta de vida y por el recto ejercicio de la profesión, merezcamos un día escuchar de tus labios la bendita sentencia prometida a aquellos que te visitaron como enfermo en tus hermanos: "Venid benditos de mi Padre a poseer el reino para vosotros preparado". Así sea.
Compuesta por S. S. Pío XII, con motivo del VII Congreso Nacional de la Asociación de Médicos Católicos Italianos.
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