¡Por la voz de Tu Sangre, Oh Jesús, te ruego, suplico e imploro! Aunque parezca que rechazas mis súplicas, yo no dejaré tus pies sangrientos hasta que me contestes. Demasiada gracia, demasiada misericordia ha venido de Tu Sangre para que yo no pierda esperanzas de Su eficiencia, aún hasta el fin.
Por Tu Sangre preciosa, Oh Jesús, siete veces derramada por el bienestar de los hombres… por cada gota del precio tan sagrado de nuestra redención… por las lágrimas de Tu Madre Inmaculada. Te ruego, te suplico, oye mi oración sincera. (Mencione sus intenciones aquí)
Oh Tú, que durante todos los días de tu vida mortal, consolaste muchas aflicciones, sanaste muchas enfermedades, levantaste muchas veces un ánimo que naufragaba… ¡Tú no dejarás de tener piedad ahora de un alma que te llama desde el fondo de su angustia; no es posible! Otro quejido de mi corazón y de tu propia herida fluirá a mí como una ola de tu Sangre Misericordiosa, trayéndome la gracia que tan ardientemente deseo. Oh Jesús, acelera el momento cuando cambiarás mis lagrimas por alegrías, mis quejidos por acción de gracias.
Santa María, manantial de Sangre Divina, te ruego que no pierdas ésta ocasión de glorificar la Sangre que te hizo Inmaculada. Amen
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