¡Oh mi Maestra, Sapientísima Madre, del Buen Consejo!
He que aquí estoy como vuestro discípulo. Aconsejadme, como disteis vuestros Buenos Consejos a los dichosos Apóstoles, y a los primeros cristianos, que tuvieron la ventura de oírlos personalmente de Vos. Hacedme dócil a vuestras santas enseñanzas, para que yo sea un discípulo perfecto, y predilecto de vuestro Corazón, oh queridísima Madre del Buen Consejo. Amén.
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