Santo Patrono de la pureza y la castidad.
Oh bienaventurado Luis, adornado con virtudes angélicas, yo, tu indigno suplicante, te recomiendo especialmente la castidad de mi alma y de mi cuerpo, rogándote por tu angélica pureza que intercedas por mí ante Jesucristo, el Cordero Inmaculado, y su Santísima Madre, Virgen de las vírgenes, que se dignen guardarme de todo pecado grave. Nunca permitas que me manche con ninguna mancha de impureza; sino que cuando me veáis en tentación, o en peligro de caer, apartad entonces de mi mente todos los malos pensamientos y deseos impuros y despertad en mí el recuerdo de la eternidad venidera, y de Jesús crucificado; imprime profundamente en mi corazón el sentido del santo temor de Dios; y encendiendo en mí el fuego del amor divino, permíteme seguir tus pasos aquí en la tierra, para que en el cielo pueda ser digno de disfrutar contigo la visión de nuestro Dios para siempre. Amén.
Padre nuestro, Ave María, Gloria.
V. Ruega por nosotros, San Luis,
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Amen
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