martes, 27 de junio de 2023

Bergoglio envió a un encubridor de un cura pedófilo para investigar al fiel obispo Strickland

 

 El abortista Gerald Frederick Kicanas fue nombrado "obispo" por el perverso apóstata depredador homosexual satanista Joseph Bernardin

Aristóteles - Los tiranos se rodean de hombres malos porque les gusta ser adulados y ningún hombre de espíritu elevado les adulará. 


Comprométete a orar por el Fiel Obispo Strickland AQUÍ


De un artículo  encontrado en el Internet que le viene “Como anillo al dedo” al déspota Jorge Mario Bergoglio:
La tiranía, para Aristóteles, es un gobierno unipersonal ejercido en función del interés del propio gobernante y llevado a cabo al margen de la Ley. El tirano, sostiene Aristóteles, es un mal gobernante, un monarca envilecido: “no tiene en cuenta los intereses comunes y sí sólo el suyo personal”; su mayor aspiración “es el goce” (no la virtud). “Gusta de la adulación” y se hace rodear “viles cortesanos, que no hacen otra cosa que adularlo perpetuamente”. Considera “a los hombres de bien” “enemigos directos de su poder. Prefiere a los hombres malvados que “son útiles para llevar a cabo proyectos perversos”. Hace a los extranjeros sus verdaderos amigos y se siente más a gusto entre ellos que entre sus conciudadanos: “es costumbre del tirano convidar a su mesa y admitir en su intimidad a extranjeros más bien que a ciudadanos”. Y arregla su seguridad con ellos: “la guardia de un rey se compone de ciudadanos; la de un tirano, de extranjeros.” El tirano, precisa Aristóteles, es un demagogo devenido déspota. Un adulador de las masas que se “ha ganado la confianza del pueblo calumniando a los principales ciudadanos”. Al llegar al poder, el demagogo encumbra al pueblo y aniquila la soberanía de la ley.  El tirano corrompe moralmente a sus súbditos. Dice Aristóteles que lo hacen: “porque las almas envilecidas no piensan nunca en conspirar.” El tirano busca “sembrar la discordia y la calumnia entre los ciudadanos; poner en pugna unos amigos con otros e irritar al pueblo contra las clases altas, que se procura tener desunidas” Las tiranías buscan dividir, fragmentar, sembrar discordia en toda la sociedad, porque “no se puede derrocar una tiranía mientras los ciudadanos no estén bastante unidos para poder concertarse”. 
 Las tiranías buscan, además, “empobrecer a los súbditos”, porque “no se emprende ninguna cosa imposible”: “derrocar la tiranía cuando no hay los medios de hacerlo”. Monjas despojadas de sus bienes, sacerdotes injustamente despedidos, iglesias cerradas, etc. 

Precisa Aristóteles, el tirano debe tomar la apariencia de un buen gobernante: debe ocultar sus excesos y verdaderos intereses, debe simular  las virtudes del buen monarca e imitar algunas de sus acciones: “Es preciso que el tirano aparezca entre sus súbditos no como déspota, sino como un administrador”, “no como un hombre que hace su propio negocio, sino como un hombre que administra los negocios de los demás, “aparentará que se ocupa de los intereses públicos”, “ha de procurar con el mayor esmero dar pruebas de una piedad ejemplar”, debe intentar captar “con sus maneras el afecto de la multitud”, “es preciso que se muestre completamente virtuoso o, por lo menos,  virtuoso a medias y nunca vicioso o, por lo menos, nunca tanto como se puede ser”.
 Un tirano debe aparentar una devoción especial a la religión. Los súbditos temen menos el trato ilegal de un gobernante a quien consideran temeroso de Dios y piadoso. Por otro lado, se mueven menos fácilmente contra él, creyendo que tiene a los dioses de su lado. Aristóteles

“El bienestar de la humanidad es siempre la coartada de los tiranos”

Alberto Camus 

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