Oh María, Madre del Perpetuo Socorro, bien sabes el gran valor de un alma inmortal. Tú sabes lo que significa que cada alma ha sido redimida por la Sangre de tu Divino Hijo; entonces no despreciarás mi oración, si te pido la conversión de un pecador, es más, de un gran pecador que se precipita rápidamente hacia la ruina eterna. Tú, oh Madre buena y misericordiosa, conoces bien su vida incorrecta.
Acordaos, pues, que sois refugio de los pecadores, recordad que Dios os ha dado poder para realizar la conversión hasta de los más miserables pecadores. Todo lo que se ha hecho por su alma ha sido en vano; si no vienes en su ayuda, irá de mal en peor. Consíguele una gracia eficaz para que sea movido y reconducido a Dios y a sus deberes. Envíale, si es necesario, calamidades y pruebas temporales, para que pueda entrar en sí mismo y poner fin a su curso pecaminoso.
Tú, oh Madre misericordiosa, has convertido a tantos pecadores por intercesión de sus amigos. Déjate conmover también por mi oración, y lleva a esta alma desdichada a una verdadera conversión de corazón. Oh María, ayuda; Oh Madre del Perpetuo Socorro, muestra que eres la abogada y refugio de los pecadores. Así espero, que así sea.
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