Oh gloriosísimo San Luis, que has sido honrado por la Iglesia con el justo título de 'juventud angelical', por la vida de suma pureza que llevaste aquí en la tierra, vengo hoy ante tu presencia con toda la devoción de mi mente y corazón. ¡Oh perfecto modelo, bondadoso y poderoso patrón de los jóvenes, cuán grande es mi necesidad de ti! El mundo y el diablo están tratando de atraparme; Soy consciente de ese ardor de mis pasiones; Conozco muy bien la debilidad y la inconstancia de mi edad. ¿Quién podrá protegerme sino tú, oh santo de la pureza angelical, la gloria y el honor, el protector amoroso de la juventud? A ti, por tanto, recurro con toda mi alma, a ti me encomiendo con todo mi corazón. Por la presente resuelvo, prometo y deseo ser especialmente devoto de ti, para glorificarte imitando tu extraordinaria virtudes y en particular tu pureza angelical, para imitar tu ejemplo, y promover la devoción a ti entre mis compañeros. Oh querido San Luis, guárdame y defiéndeme siempre, para que, bajo tu protección y siguiendo tu ejemplo, pueda un día unirme a ti para ver y alabar a mi Dios para siempre en el cielo. Amén.
(Indulgencia de 300 días, una vez al día.)
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