viernes, 28 de febrero de 2020

San Gabriel de la Dolorosa- Santo Patrón de la Juventud




Le piden su ayuda los jóvenes de la Acción Católica y los aspirantes al sacerdocio.
Patrono de los estudiantes, los jóvenes y los clérigos



El santo de los jóvenes, El santo de los milagros, S.S Pío XII lo bautizó como "El Santo de la Sonrisa".
Es modelo de los enfermos
Murió de tuberculosis dos días antes de cumplir los 24 años.



Fiesta: 27 de febrero
Significado del nombre Gabriel, "hombre de Dios" (asirios), "fortaleza de Dios" (en hebreo)

El bailarín que llegó a la santidad.
Nació en Asís (Italia) en 1838. Su nombre en el mundo era Francisco Possenti. Era el décimo entre 13 hermanos. Su padre trabajaba como juez de la ciudad.
A los 4 años quedó huérfano de madre. El papá, que era un excelente católico, se preocupó por darle una educación esmerada, mediante la cual logró ir dominando su carácter fuerte que era muy propenso a estallar en arranques de ira y de mal genio.
Tuvo la suerte de educarse con dos comunidades de excelentes educadores: los Hermanos Cristianos y los Padres Jesuitas; y las enseñanzas recibidas en el colegio le ayudaron mucho para resistir los ataques de sus pasiones y de la mundanalidad.

El joven era sumamente esmerado en vestirse a la última moda. Y sus facciones elegantes y su fino trato, a la vez que su rebosante alegría y la gran agilidad para bailar , lo hacían el preferido de las muchachas en las fiestas. Su lectura favorita eran las novelas, pero le sucedía como en otro tiempo a San Ignacio, que al leer novelas, en el momento sentía emoción y agrado, pero después le quedaba en el alma una profunda tristeza y un mortal hastío y abatimiento. Sus amigos lo llamaban "el enamoradizo". Pero los amores mundanos eran como un puñal forrado con miel". Dulces por fuera y dolorosos en el alma.

En una de las 40 cartas que de él se conservan, le escribe a un antiguo amigo, cuando ya se ha entrado de religioso: "Mi buen colega; si quieres mantener tu alma libre de pecado y sin la esclavitud de las pasiones y de las malas costumbres tienes que huir siempre de la lectura de novelas y del asistir a teatros donde se dan representaciones mundanas. Mucho cuidado con las reuniones donde hay licor y con las fiestas donde hay sensualidad y huye siempre de toda lectura que pueda hacer daño a tu alma. Yo creo que si yo hubiera permanecido en el mundo no habría conseguido la salvación de mi alma. ¿Dirás que me divertí bastante? Pues de todo ello no me queda sino amargura, remordimiento y temor y hastío. Perdóname si te di algún mal ejemplo y pídele a Dios que me perdone también a mí".
Al terminar su bachillerato, y cuando ya iba a empezar sus estudios universitarios, Dios lo llamó a la conversión por medio de una grave enfermedad. Lleno de susto prometió que si se curaba de aquel mal, se iría de religioso. Pero apenas estuvo bien de salud, olvidó su promesa y siguió gozando del mundo.
Un año después enferma mucho más gravemente. Una laringitis que trata de ahogarlo y que casi lo lleva al sepulcro. Lleno de fe invoca la intercesión de un santo jesuita martirizado en las misiones y promete irse de religioso, y al colocarse una reliquia de aquel mártir sobre su pecho, se queda dormido y cuando despierta está curado milagrosamente. Pero apenas se repone de su enfermedad empieza otras vez el atractivo de las fiestas y de los enamoramientos, y olvida su promesa. Es verdad que pide ser admitido como jesuita y es aceptado, pero él cree que para su vida de hombre tan mundano lo que está necesitando es una comunidad rigurosa, y deja para más tarde el entrar a una congregación de religiosos.
Estalla la peste del cólera en Italia. Miles y miles de personas van muriendo día por día. Y el día menos pensado muere la hermana que él más quiere. Considera que esto es un llamado muy serio de Dios para que se vaya de religioso. Habla con su padre, pero a éste le parece que un joven tan amigo de las fiestas mundanas se va a aburrir demasiado en un convento y que la vocación no le va a durar quizá ni siquiera unos meses.
Pero un día asiste a una procesión con la imagen de la Virgen Santísima. Nuestro joven siempre le ha tenido una gran devoción a la Madre de Dios (y probablemente esta devoción fue la que logró librarlo de las trampas del mundo) y en plena procesión levanta sus ojos hacia la imagen de la Virgen y ve que Ella lo mira fijamente con una mirada que jamás había sentido en su vida. Ante esto ya no puede resistir más. Se va a donde su padre a rogarle que lo deje irse de religioso. El buen hombre le pide el parecer al confesor de su hijo, y recibida la aprobación de este santo sacerdote, le concede el permiso de entrar a una comunidad bien rígida y rigurosa, los Padres Pasionistas.
El 10 de septiembre de 1856 entró en el noviciado pasionista de Morrovalle (Macerata) Tenía solo 18 años. Al entrar de religioso se cambia el nombre y en adelante se llamará Gabriel de la Dolorosa. Gabriel, que significa: el que lleva mensajes de Dios. Y de la Dolorosa, porque su devoción mariana más querida consiste en recordar los siete dolores o penas que sufrió la Virgen María. Desde entonces será un hombre totalmente transformado.
Gabriel había gozado siempre de muchas comodidades en la vida y le había dado gusto a sus sentidos y ahora entra a una comunidad donde se ayuna y donde la alimentación es tosca y nada variada. Los primeros meses sufre un verdadero martirio con este cambio tan brusco, pero nadie le oye jamás una queja, ni lo ve triste o disgustado.

Gabriel lo que hacía, lo hacía con toda el alma. En el mundo se había dedicado con todas sus fuerzas a las fiestas mundanas, pero ahora, entrado de religioso, se dedicó con todas las fuerzas de su personalidad a cumplir exactamente los Reglamentos de su Comunidad. Los religiosos se quedaban admirados de su gran amabilidad, de la exactitud total con la que cumplía todo lo que se le mandaba, y del fervor impresionante con el que cumplía sus prácticas de piedad.





Su vida religiosa fue breve. Apenas unos seis años. Pero en él se cumple lo que dice el Libro de la Sabiduría: "Terminó sus días en breve tiempo, pero ganó tanto premio como si hubiera vivido muchos años".

Al empezar los estudios en el seminario mayor para prepararse al sacerdocio, leyó unas palabras que le sirvieron como de lema para todos sus estudios, y fueron escritas por un sabio de su comunidad, San Vicente María Strambi. Son las siguientes: "Los que se preparan para ser predicadores o catequistas, piensen mientras estudian, que una inmensa cantidad de pobres pecadores les suplica diciendo: por favor: prepárense bien, para que logren llevarnos a nosotros a la eterna salvación". Este consejo tan provechoso lo incitó a dedicarse a los estudios religiosos con todo el entusiasmo de su espíritu.
Cuando ya Gabriel está bastante cerca de llegar al sacerdocio le llega la terrible enfermedad de la tuberculosis. Tiene que recluirse en la enfermería, y allí acepta con toda alegría y gran paciencia lo que Dios ha permitido que le suceda. De vómito de sangre en vómito de sangre, de ahogo en ahogo, vive todo un año repitiendo de vez en cuando lo que Jesús decía en el Huerto de los Olivos: "Padre, si no es posible que pase de mí este cáliz de amargura, que se cumpla en mí tu santa voluntad".

La Comunidad de los Pasionistas tiene como principal devoción el meditar en la Santísima Pasión de Jesús. Y al pensar y repensar en lo que Cristo sufrió en la Agonía del Huerto, y en la Flagelación y coronación de espinas, y en la Subida al Calvario con la cruz a cuestas y en las horas de mortal agonía que el Señor padeció en la Cruz, sentía Gabriel tan grande aprecio por los sufrimientos que nos vuelven muy semejantes a Jesús sufriente, que lo soportaba todo con un valor y una tranquilidad impresionantes.


Pero había otra gran ayuda que lo llenaba de valor y esperanza, y era su fervorosa devoción a la Madre de Dios. Su libro mariano preferido era "Las Glorias de María", escrito por San Alfonso... La devoción a la Sma. Virgen llevó a Gabriel a grados altísimos de santidad.
A un religioso le aconsejaba: "No hay que fijar la mirada en rostros hermosos, porque esto enciende mucho las pasiones". A otro le decía: "Lo que más me ayuda a vivir con el alma en paz es pensar en la presencia de Dios, el recordar que los ojos de Dios siempre me están mirando y sus oídos me están oyendo a toda hora y que el Señor pagará todo lo que se hace por él, aunque sea regalar a otro un vaso de agua".
Y el 27 de febrero de 1862, después de recibir los santos sacramentos y de haber pedido perdón a todos por cualquier mal ejemplo que les hubiera podido dar, cruzó sus manos sobre el pecho y quedó como si estuviera plácidamente dormido. Su alma había volado a la eternidad a recibir de Dios el premio de sus buenas obras y de sus sacrificios. Apenas iba a cumplir los 24 años.
Poco después empezaron a conseguirse milagros por su intercesión y en 1926 el Sumo Pontífice lo declaró santo, y lo nombró Patrono de los Jóvenes laicos que se dedican al apostolado.

Santa Gemma al conocer la vida de San Gabriel de la Dolorosa quedó profundamente vinculada espiritualmente con él y este se le apareció en muchas ocasiones para guiarla y consolarla. La santa laica pasionista Gema Galgani le atribuyó su curación de una grave meningitis.


San Gabriel de la Dolorosa: pídele a la Sma. Virgen por tantos jóvenes tan llenos de vitalidad y de entusiasmo para que encaucen las enormes fuerzas de su alma, no a dejarlas perderse en goces mundanos, sino a ganarse un gran premio en el cielo dedicándose a salvar su propia alma y la de muchos más.


ORACIÓN
¡Oh bienaventurado Gabriel de la Dolorosa, que, por vuestra afectuosísima devoción a la ínclita Virgen afligida al pie de la cruz, llegasteis a ser espejo de inocencia, modelo de santidad y taumaturgo del presente siglo por los estupendos milagros obrados en derredor de vuestro sepulcro! Dignaos mirarme benévolo desde el cielo y recabadme de la munificencia divina las fuerzas que he menester para precaver los peligros del alma, despreciar los halagos del mundo, neutralizar las asechanzas del demonio, triunfar de mis pasiones, llorar contrito mis culpas, secundar con generosidad de corazón las divinas inspiraciones y labrar mi santificación mediante un afecto sincero a la Pasión de Jesús y a los Dolores de mi Madre Maria, a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos aquí en la tierra, pueda igualmente haceros compañia en el cielo por toda la eternidad. Así sea

ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, que por tu admirable designio de amor llamaste a san Gabriel de la Dolorosa a vivir el misterio de la cruz unido a María,la madre de Jesús; guíanos hacia tu Hijo  crucificado,para que, participando en su pasión y muerte alcancemos la gloria de la resurrección.

Por nuestro Señor Jesucristo. AMÉN

ORACIÓN:
Escucha, Señor, nuestras súplicas; y así como nos concedes admirar en san Gabriel de la Dolorosa las maravillas de tu amor, concédenos imitarlo con generosidad, para ser también nosotros, como él, destinatarios de tu misericordia y de tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor.

ჱ ܓ ‟voy a intentar día a día  romper mi voluntad en pedazos. Yo quiero hacer la  Santa Voluntad  de Dios  no la mía!”

 - San Gabriel de la Dolorosa
Mediante la educación esmerada de su Papa  San Gabriel logró ir dominando su carácter fuerte que era muy propenso a estallar en arranques de ira y de mal genio.
Las enseñanzas recibidas en el colegio le ayudaron mucho para resistir los ataques de sus pasiones y de la mundanalidad.


La oración de los esposos  a San Gabriel Possenti.
Traducida por Angie W.
Fuente: SanGabriele.org

Querido San Gabriel, te pedimos que recibas bajo tu protección a nuestra familia y nos ayudes a construirla de acuerdo con el plan de Dios, haz que la gracia del sacramento del matrimonio que hemos recibido fortalezca nuestro amor todos los días y que podamos ser testigo de Dios en la comunidad humana. Ilumina nuestra conciencia en el ejercicio de la responsabilidad de la paternidad y la maternidad . Que nuestro amor este al servicio de la vida en la recepción de los niños y la disponibilidad de ayudar a los débiles, los pobres y la sociedad abandonada.
Concédenos la gracia de ser capaces de comunicarnos con nuestros hijos y entender sus problemas. Ayúdanos a comprender que los hijos no son nuestros, sino que pertenecen a Dios, que los ha llamado a la vida a través de nosotros, y le da a cada uno de ellos una misión que debemos servir. Que nuestra familia tenga paz, armonía, amor, buena salud, y que las pruebas de la vida no nos desalienten, sino que nos sirvan para  entender mejor el amor de Dios y su voluntad sobre nosotros. Amén.

"Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mateo 5:8).
~ Santa Gema Galgani y San Gabriel de la Dolorosa, rueguen por nosotros!
"Pasó el tiempo de las persecuciones, pero también nuestra paz tiene un martirio propio: no doblamos ya nuestro cuello bajo el hierro, pero con la espada del espíritu nosotros mismos matamos los deseos carnales de nuestra alma". San Gregorio Magno

Oraciones a San Gabriel de la Dolorosa.
"Hombre fuerte y valiente de Dios"

Traducida por Angie W.
para uso interno del portal Manantial Divino

San Gabriel de la Dolorosa es el patrón de la juventud católica.

Pidamos a San Gabriel custodie y defienda la virtud de la pureza de nuestros jóvenes, y que los libre de todos los peligros del cuerpo o del alma.
Santa Gema mas de una vez pudo confirmar que ante la presencia poderosa de San Gabriel de la Dolorosa  huía el demonio; cuando la quería atacar, también se le conoce a San Gabriel  por su gran valentía en defender a otros, se cuenta que desarmó a un bandido que estaban atacando a una joven, enfrentándose sin miedo a la banda los hizo huir del pueblo a punta de pistola; utilizando las habilidades de cacería que había aprendido cuando era niño, también se defendió a el mismo ; se sabe que San Gabriel en una ocasión rechazó las proposiciones deshonestas de un libertino, amenazándole con una navaja.

Oh  San Gabriel joven angelical , que con tu amor ardiente  a Jesús Crucificado y tu compasión por Nuestra Señora de los Dolores, fuiste en la tierra un espejo de la inocencia y un ejemplo de toda virtud, nos dirigimos a ti lleno de confianza para implorar tu ayuda. ¡Oh! Cuántas aflicciones y cosas malas. Oh cuántos peligros, asaltan a nuestros jóvenes por todas partes, tratando de hacerles perder la fe. Tú, que siempre viviste una vida de fe, que entre las tentaciones del mundo conservaste la pureza y la virginidad, vuelve tus ojos a nosotros y danos una mirada compasiva y piadosa! Ayúdanos a tener la gracia de perseverar en la fe, nosotros que invocamos tu nombre, no podemos dudar de la eficacia de su patrocinio! En plena confianza  con nuestra esperanza puesta en ti, te suplicamos, oh dulce Santo, Obtennos esta gracia particular para la mayor gloria de Dios y para el bien de las almas (mencionar el pedido).
Por último, Obtennos de Jesucristo Crucificado, a través de María, Nuestra Señora de los Dolores, conformidad a la voluntad de Dios y la paz para que siempre pueda vivir la vida cristiana, a través de todas las etapas de la vida presente, para que podamos ser un día feliz contigo en la presencia de nuestro Padre Celestial. Amén.

Mensaje de santidad de San Gabriel de la Dolorosa
Fuente: Web Ángeles y Santos
La vida de San Gabriel de la Dolorosa nos muestra lo que es el hombre antes y después de la gracia, antes y después de conocer y amar a Jesucristo: antes de Cristo y su gracia, el hombre se pierde en los vanos atractivos del mundo, que pasan como un soplo, como dice el salmo, porque la belleza humana se marchita; después de Cristo, el alma se enciende en el fuego del Amor divino, no para rechazar o despreciar lo humano, sino para elevar todo lo bueno y noble que hay en lo humano, y sublimarlo en el Amor de Dios.
Que el hombre en general, y el joven en particular, no deban asistir a lugares mundanos, no significa que el cristianismo es algo “triste” o que se opone a la felicidad del ser humano. Todo lo contrario, el cristianismo desea la máxima felicidad para el hombre, pero es máxima felicidad está solo en Cristo y no en el mundo. Los atractivos del mundo, con su sensualidad y su falso brillo, son equiparables a lo que es el anzuelo con la carnada para el pez: vistos desde afuera, los placeres de la carne parecen apetitosos y saludables, pero una vez que se los atrapa, le sucede al alma lo que al pez que muerde el anzuelo: siente dolor y es causa de muerte, porque al igual que el pez, que muere al ser sacado del agua por medio del anzuelo, el alma igualmente muere a la vida gracia, al cometer el pecado mortal.
Pero al alma le sucede algo peor que al pez, porque mientras este pierde solo su vida animal, el alma pierde la vida de la gracia, y si muere así, se condena irremediablemente, al caer en la trampa del demonio, que obra de esta manera, según una revelación de Jesús a Santa Brígida: “El demonio, pues, enciende el fuego en los corazones de sus amigos que viven en los placeres, y aunque la conciencia de estos les dice ser contra Dios, no obstante, desean tanto satisfacer sus deleites, que sin hacer caso pecan contra Dios; y por esto, es derecho del demonio encenderles y aumentarles el fuego de los suplicios en el infierno tantas veces, cuantas con su perverso deleite los llenó de él en el mundo”
San Gabriel de la Dolorosa nos muestra entonces la trampa que consiste el mundo con sus atractivos, al mismo tiempo que nos muestra que la verdadera felicidad, la que hace felices en esta vida y en la otra, está en la unión con Cristo en su Pasión y con María en su Dolor: esto es causa de felicidad porque en la participación a la Pasión de Cristo el alma se une al Hombre-Dios y a su Madre, y de ellos recibe en esta vida la luz, la gracia, el amor, la paz y la felicidad de Dios, y en la otra vida, recibe la felicidad eterna, la contemplación cara a cara de Dios Uno y Trino.
El mensaje que deja San Gabriel de la Dolorosa, a los jóvenes y a los no tan jóvenes, es que el mundo con sus seducciones pasa pronto y solo deja un sabor amargo en el alma, mientras que la vida vivida en la gracia de Cristo, en la austeridad y en la oración, en los sacramentos y en la caridad para con el más necesitado, nos conceden en anticipo, ya en esta tierra, los goces eternos del cielo.

Creo, oh María,
Autor: Gabriel de la Dolorosa
Traducida por Angie W.

Creo, oh María,  que eres la madre de todos los hombres.
Yo creo que tú eres nuestra vida y, después de Dios, el único refugio de los pecadores.
Creo que eres la fuerza de los cristianos, y su ayuda, especialmente a la hora de la muerte, que después de ti, yo  no me perderé, que rogándote, no me abandonarás, que a tu lado no voy a caer .
Creo que está siempre dispuesta a ayudar a los que te invocan, que asistes a todos aquellos que piden tu auxilio, y que estás dispuesta a hacernos más bien  que lo que nosotros podamos desear, que aun cuando no te lo pedimos , tu te apresuran a asistirnos.
Creo que en tu nombre se encuentra una dulzura como  la experimentada por San Bernardo con el nombre de Jesús ----- que es alegría para el corazón, miel para la boca y  música para los oídos y que después de el nombre de Jesús, no hay ningún nombre a través del cual los fieles reciben tanta gracia, tanta esperanza y tanta consolación.
Creo que tu eres co-redentora con Cristo para nuestra salvación, que todas las gracias que dispensa Dios pasan a través de tus manos, y que nadie va a entrar en el Cielo, sino por ti, que eres justamente llamada la "Puerta del Cielo."
Creo que la verdadera devoción a ti es un signo  seguro de la salvación eterna.
Creo que eres superior a todos los santos y ángeles, y que sólo Dios te supera.
Creo que Dios  te ha dado  el mayor grado posible, de todas las gracias, especiales y generales, con el que puede favorecer a sus criaturas.
Creo que tu belleza y la excelencia es mayor que la de todos los ángeles y los hombres.
Creo que  tu cumpliste a la perfección el precepto: "Amarás al Señor tu Dios" y que los serafines del cielo puede aprender de tu corazón a amar a Dios.
Creo que si todo el amor que todas las madres le tienen a sus hijos, todo el amor que todos los maridos y las esposas se tienen el uno al otro, todo el amor  que todos los ángeles y los santos tienen para los que se dediquen a ellos, estubieran unidos en uno, no sería igual al amor que tu tiene por una sola alma.

viernes, 14 de febrero de 2020

El objetivo principal del Matrimonio es ayudarse mutuamente a llegar al Cielo



LECCIÓN 26 - SOBRE MATRIMONIO
1010. ¿Cuáles son los fines principales del Sacramento del Matrimonio?
A. Los principales fines del sacramento del matrimonio son:
1. Permitir que el esposo y la esposa se ayuden mutuamente para asegurar la salvación de sus almas;
2. Para propagar o mantener la existencia de la raza humana trayendo niños al mundo para servir a Dios;
3. Prevenir los pecados contra la santa virtud de la pureza obedeciendo fielmente las leyes del estado matrimonial.






Q. 1028. ¿Cuáles son los efectos del sacramento del matrimonio?A. Los efectos del sacramento del matrimonio son:
1. Santificar el amor del esposo y la esposa;
2. Darles gracia para soportar las debilidades del otro;
3. Permitirles criar a sus hijos en el temor y el amor de Dios.


Q. 1005.  ¿Qué es el Sacramento del Matrimonio?
A. El sacramento del matrimonio es el sacramento que une a un hombre y una mujer cristianos en un matrimonio legal.






De igual manera vosotros, maridos, en la vida común sed comprensivos con la mujer que es un ser más frágil, tributándoles honor como coherederas que son también de la gracia de Vida, para que vuestras oraciones no encuentren obstáculo.
I Pedro, 3:6- Bíblia Católica Online



jueves, 13 de febrero de 2020

Los 12 pasos de un abuelo cristiano para guiar a sus nietos al Cielo

'Nunca dejes de esforzarte por ser el santo que Dios te está llamando a ser. Escucha y sigue su voz.




Paul Fuchs

Nota del editor: la siguiente carta fue escrita por un padre católico para sus tres hijos adultos y sus esposas. Él escribe que la carta "enumera doce pasos concretos que pueden tomar para aumentar la fe y el crecimiento espiritual de ellos mismos y de sus hijos".



11 de febrero de 2020 (LifeSiteNews) Queridos hijos y esposas de mis hijos: Recientemente, su mamá y yo asistimos a un programa para que los maestros se formaran en la fe (Nosotros enseñamos la clase de Confirmación de noveno grado). Fue muy estimulante e informativo. Aunque ustedes ya están haciendo un buen trabajo con la instrucción religiosa, a continuación hay algunas sugerencias específicas que obtuvimos del programa que pueden ayudarlo a ustedes y a sus hijos a profundizar su fe y aumentar su vida espiritual.

Lamento no haber podido hacer estas prácticas cuando era más joven, pero me faltaba la sabiduría y la madurez necesarias. Gracias a Dios por la intervención y la sabia instrucción de su mamá. Ahora estoy intentando rectificar ese grave error. No cometa el mismo error que yo cometí y fallen en tomar un papel activo en la vida espiritual y la formación de fe de sus hijos pequeños.


Nadie más va a hacer esto por ustedes.

1. Oración familiar diaria. Todos se reunen en oración. Mañana, tarde, antes de cada comida y / o a la hora de acostarse. Consideren el Rosario, aunque solo sea una década. La oración del Ángel Guardián, la oración de San Miguel Arcángel y la oración Ven Espíritu Santo, son oraciones cortas pero efectivas que los niños pueden aprender fácilmente. Breves períodos de oración son claramente mejores que ninguno.


2. Misa dominical y santa Eucaristía. Haga que la Misa y la recepción de la Eucaristía sean el foco central de la semana de su familia. Modelen para su familia la humildad y la profunda reverencia por la Sagrada Comunión.





3. Sacramento de Reconciliación / Penitencia. Vayan con sus hijos. Apunte una vez al mes, pero no menos de cada 2-3 meses. Recordarles que todos somos pecadores y que Dios quiere que le pidamos su perdón.



4. La Santa Biblia. Lean la Biblia regularmente, incluso a sus hijos. Nuevamente, pasen unos minutos leyendo algunos versículos es mejor que ninguno. La Biblia proporciona una base sólida para nuestra fe. Antes de cada lectura, pídale al Espíritu Santo que lo ayude a comprender mejor la palabra de Dios. 


5. Los santos. Lean sobre las vidas de los santos a sus hijos al menos una vez por semana. Los santos son modelos a seguir que debemos imitar. Dejen que sus hijos escuchen sus notables pero muy humanas historias. Comience con sus santos patronos. Las historias de los santos sobre el coraje y la audacia individual, muchos incluso frente a la muerte, los inspirarán al enfrentar los peligros de la cultura secular moderna.



6. Cultura Católica / Cristiana. Coloquen el crucifijo y las imágenes y / o estatuas de la Santísima Madre y / o los Santos en un lugar destacado en toda su casa. No escondan su fe a sus hijos, vecinos o visitantes.


7. Gratitud. Agradezcan a Dios frecuentemente durante cada día por sus dones y su gracia. Feliciten y agradezcan a sus esposas regularmente por su sacrificio. Eduquen a sus hijos sobre todos los dones que Dios ya les ha otorgado, lo más importante la vida misma, el don de la fe, y ustedes como sus padres.


8. Dedicación. Comiencen cada día con una breve oración para pedirle a Dios que lo ayude a acercarse a Jesús, nuestro Señor y Dios, y para convertirse cada uno en un mejor católico, un mejor hombre o mujer, un mejor padre o madre, un mejor hijo o hija, un mejor hermano.





9. Disciplina. Desafíense  a ustedes mismos a dedicar un tiempo cada día, aunque solo sea cinco minutos, para orar a Dios y escuchar su respuesta. Se requiere silencio para escuchar la voz de Dios. Dedíquenle  tiempo a Él.



10. Hablen. Dedique un tiempo ininterrumpido y dedicado, aunque solo sea de 10 a 15 minutos, para hablar con sus hijos sin prisa y con atención. Intenten hacer esto a diario, pero no menos de tres veces por semana. Durante este tiempo, apague todo: televisión, radio, teléfonos celulares, videojuegos. No permitan excepciones.



11. Voluntariado. Busque realizar algún servicio de caridad toda la familia en su Iglesia y / o en una agencia comunitaria local, aunque solo sea una o dos veces al año.





12. Confianza. Incluso cuando los tiempos son difíciles, cuando hay una tormenta en su vida y aparentemente no tiene a dónde ir, confíen completamente en Dios que Él calmará la tormenta, tal como lo hizo con los Apóstoles en la barca, y les brindará un lugar seguro y abrigo acogedor.





Bonus.  La aplicación católica más popular Laudate App. Agreguen esto a su iPhone. Esta aplicación tiene lecturas de misas diarias, reflexiones, historias sobre el santo del día, oraciones, etc. ¡Su Mamá lo recomienda!

Nunca dejen de esforzarse por ser el santo que Dios les está llamando a ser. Escuchen y sigan su voz.
Su Mamá y yo estamos inmensamente orgullosos de ustedes y de sus hijos. Continúen  el buen trabajo.

Con amor papá.


miércoles, 12 de febrero de 2020

Dr. Jérôme Lejeune: El científico que perdió el Premio Nobel por rechazar el aborto pero ganó el Cielo


1926 – 1994

Médico francés genetista católico y provida, que a la edad de 32 años descubrió la primera  anomalía cromosómica que provoca el síndrome de Down –la trisomía del cromosoma 21–, es considerado el padre de la genética moderna. 



Perdió el premio Nobel de Medicina por defender la vida y rechazar el aborto. Desempeñó un importante papel para evitar una guerra nuclear en el mundo. Este valiente médico católico se  reunió  a puerta cerrada con el presidente de la URSS Leonid Breznev, al que se atrevió a hablarle de “preceptos morales” ante el estupor del traductor soviético que le acompañaba en el Kremlin. 
Hizo hallazgos fundamentales sobre la autenticidad de la Sábana Santa.

Jérôme Lejeune se dedicó en cuerpo y alma en sus "pacientes" favoritos, las personas con síndrome de Down.
Lejeune soñaba con curar el «síndrome de Down», para ello creó una fundación centrada en la investigación genética y en la atención de personas afectadas por el síndrome de Down. 


"Los enemigos de la vida saben que para destruir la civilización cristiana, primero deben destruir a la familia en su punto más débil: el niño. Y entre los más débiles, deben elegir el menos protegido de todos: el niño que nunca ha sido visto; el niño que aún no es conocido o amado en el significado usual de la palabra; quien aún no ha visto la luz del día; quien ni siquiera puede gritar de angustia". Dr. Jerome Lejeune  


«Nuestro enemigo no es el enfermo… es la enfermedad»… «matar a un niño por estar enfermo es un asesinato»… «nosotros somos médicos. Yo no hablo dese un púlpito. Yo hablo de niños de carne y hueso y yo no los quiero matar porque son enfermos»



En una de sus múltiples conferencias Lejeune refiriéndose a su profesión como médico le dijo a todos sus colegas: «Los que tenemos esta profesión, qué tenemos que hacer para saber qué se debe hacer y qué debe ser rechazado. Necesitamos una referencia y tal vez una referencia mucho más fuerte que la ley natural… y esta referencia es muy sencilla… la conocéis todos. Mejor dicho es una frase, pero una frase que lo juzga todo y lo explica todo, que lo contiene todo… y esta frase es: “lo que hagáis al más pequeño de los míos es a mí a quien se lo hacéis”».


«Esparta fue la única ciudad griega en la que se eliminaba a los recién nacidos que creían que serían incapaces de portar armas o engendrar futuros soldados. Fue la única civilización griega que practicó este tipo de eugenesia, esta eliminación sistémica… Y no queda nada de ella; no nos ha dejado a un solo poeta, ni un músico, ni una ruina. Esparta es la única ciudad griega que no ha contribuido en nada a la humanidad».



 Publicado en Infocatólica  el 30 de Agosto de 2012
Jérôme Lejeune nació en Montrouge, Hauts-de-Seine, no lejos de París, el 13 de junio de 1926. Estudió en el Collège Stanislas de Paris, un colegio católico privado, el mayor de Francia, y uno de los más conocidos. Cursó la carrera de medicina en la Ecole de Medecine de Paris, especializándose posteriormente en pediatría. Se casó el primero de mayo de 1952 con Birthe Bringsted, con la que tuvo 5 hijos.
En 1952 fue admitido en el Centre National de la Recherche Cientifique (Centro Nacional de Investigaciones Científicas), por sus estudios sobre el efecto biológico de las radiaciones atómicas. Desde principios de los años 50 formaba parte del equipo del profesor Raymond Turpin, en el Hospital Trousseau, el cual le recomendó orientar su investigación en la causa del síndrome de Down. Turpin y Lejeune trabajaron en los dermatoglifos (las huellas dactilares y palmares), comparando seres humanos y primates, y llegando a la conclusión de que estas líneas, que permanecen toda la vida, se determinan en la etapa embrionaria. La observación de los dermatoglifos de los pacientes con síndrome de Down permitió a Lejeune postular que esta enfermedad estaba originada por una alteración cromosómica.
El impulso definitivo a su investigación llegó gracias al ingreso en el laboratorio de la doctora Marthe Gautier, que traía de Harvard (Estados Unidos) una nueva técnica de cultivo tisular que permitió un estudio genético mucho más preciso. En 1956 Tijo y Levan habían demostrado que el cariotipo humano poseía 46 cromosomas. Lejeune había comenzado el 10 de julio de 1957 un libro de registro de laboratorio, en el que registraba sus avances en las fotografías de cariotipos de pacientes con síndrome de Down. En él está consignado que el 22 de mayo de 1958 halló por primera vez 47 cromosomas en el cariotipo de un enfermo de síndrome de Down. El 13 de junio logró identificar otro caso similar, que remitió, junto a la primera fotografía, al Congreso Internacional de Genética de Montreal donde, no obstante, no despertó excesivo interés. El 26 de enero de 1959 la Academia Francesa de Ciencias aprobó y publicó el artículo “les chromosomes humains en culture de tissus”, de Lejeune, Gautier y Turpin, con tres casos de pacientes con síndrome de Down y cariotipo con 47 cromosomas. El 16 de marzo un segundo estudio de la Academia, este con 9 pacientes, confirmó las conclusiones. Un mes después, un equipo independiente, el de los ingleses Brown y Jacobs, reprodujo los resultados, confirmando el hallazgo científico. El “mongolismo” se había convertido en la primera enfermedad de causa genética demostrada, la trisomía 21, como todavía se la conoce médicamente.



Este hallazgo no sólo supuso un avance cualitativo para la enfermedad de Down en sí (Lejeune apuntó que su máximo interés a partir de ese momento era encontrar la forma de paliar o curar los efectos de la alteración), sino un impulso fundamental para una nueva disciplina, la citogenética, es decir la rama de la genética que explica las patologías cuya causa se halla en una alteración del cariotipo.
También trabajó en el efecto que las radiaciones atómicas tenían sobre el cromosoma, lo que le valió ser en 1963 miembro de la Comisión Internacional de Protección Radiológica y experto del comité científico de los efectos de la radiación atómica de Naciones Unidas.
Lejeune y sus colaboradores descubrieron la causa genética de muchas otras enfermedades cromosómicas: en 1964 diagnosticó y localizó la causa del llamado “síndrome del maullido del gato” (denominado así por ser un grito parecido a un maullido su signo clínico característico), una delección o pérdida de material genético del brazo corto del cromosoma 5 (llamada monosomía 5p). En honor de su descubridor recibió el nombre de síndrome de Lejeune. En 1966 descubrió la alteración cromosómica (una trisomía del cromosoma 18) del síndrome de Edwards. En los siguientes años su equipo describió la malformación del cromosoma 13, la trisomía del cromosoma 9 y la del 8. En su momento fue considerado, con toda justicia, como el padre de la patología citogenética.
Varios años después, un grupo de científicos estadounidenses se trasladó a París para evaluar los trabajos de Lejeune. El resultado fue determinante para que le fuese otorgado en 1963 el premio Kennedy, entregado personalmente por el presidente John F Kennedy. Sus descubrimientos, que le convirtieron en referencia mundial en genética clínica, le valieron el nombramiento en 1962 como experto en genética humana para la Organización Mundial de la Salud. En 1964 fue designado director del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia, donde llevaba doce años trabajando. Ese mismo año la Facultad de Medicina de la Universidad de la Sorbona creó la cátedra de Genética Fundamental, de la cual Lejeune fue nombrado primer catedrático.


En 1965 fue nombrado jefe de servicio del recién creado departamento de Genética del hospital Necker des enfants malades, el mayor centro dedicado a la medicina infantil de Francia. Allí trató a decenas de miles de niños enfermos de graves afecciones de origen genético durante el resto de su vida, buscando métodos eficaces para tratarlos. Desde el principio, Lejeune creyó, y así lo manifestó, que la investigación genética debía ir estrechamente ligada al desarrollo de tratamientos curativos o terapias clínicas de los síntomas.
El trabajo de Lejeune le valió en 1969 el premio William Allan, otorgado por la Sociedad Americana de Genética Humana, el más alto galardón mundial en genética. Fue el primer y único francés que lo recibió.
A finales de los años 60, Lejeune vio horrorizado como en Estados Unidos empezaba a imponerse la idea de emplear el diagnóstico citogenético como una herramienta para practicar el aborto eugenésico, y así lo manifestó: “algunos blanden el racismo cromosómico como si fuese la bandera de la libertad […] Que esta negación de la medicina- de la hermandad biológica que une a toda la familia humana- pueda ser la única aplicación práctica de nuestro conocimiento sobre la trisomía 21, es profundamente desalentador”. El darse cuenta de esta posibilidad crecientemente real, fue lo que le llevó a iniciar su lucha por la vida.
Así, en 1970 se presentó el proyecto de ley de aborto eugenésico en Francia. El profesor Lejeune se opuso públicamente, convirtiéndose pronto en uno de los adalides del movimiento pro-vida en Francia. También condenó el uso de misprostol para provocar el aborto (la “píldora del día después”) y rechazó el término pre-embrión como acientífico. Aunque no ocultaba su fe católica y los fundamentos morales de la misma como causa última de su posición ética, siempre empleó argumentos racionales, basados en la ciencia médica.
Llevó la defensa de la vida a la ONU, como experto en genética humana. Allí afirmó en una conferencia en los años 70 a propósito de la OMS “he aquí una institución para la salud que se ha transformado en una institución para la muerte”. Esa tarde escribió a su mujer y su hija diciendo: “hoy me he jugado el premio nobel”.



En 1974 fue nombrado miembro de la Pontificia Academia de las Ciencias. Un año después, tras una conferencia en París, tuvo oportunidad de conocer a Wanda Poltavska, directora del Instituto de Familia de Cracovia. La buena relación se cimentó cuando al año siguiente le invitó a participar en un ciclo de conferencias sobre el comienzo de la vida que había organizado en aquella ciudad junto a su cardenal-arzobispo, Karol Wojtyla. La amistad que les unió desde aquellas conferencias se cimentó aun más cuando en 1976 Wojtyla fue elegido papa con el nombre de Juan Pablo II, y le incorporó al Pontificio Consejo para la Salud. Lejeune viajaba con cierta frecuencia a Roma para atender asuntos relacionados con la Academia de las Ciencias, y solía encontrarse con el pontífice. Por ejemplo, el 13 de mayo de 1981, poco antes de ser acribillado a balazos en la plaza de san Pedro, el papa había comido con el genetista y su esposa. En 1987, Lejeune fue uno de los expertos laicos que participó en el sínodo de obispos.





En Francia continuaron sucediéndose los honores: en 1981 ingresó como miembro de la Academia de Ciencias morales y Políticas, y en 1983 como miembro de la Academia de Medicina. Por sus descubrimientos en genética fue también miembro de la Accademia dei Lincei, en Roma; de la American Academy of Arts and Science; de la Real Academia de Suecia; de la Royal Society of Medicine de Londres; de la Academia Nacional de Medicina de Argentina y de la Universidad de Santiago de Chile. Fue nombrado doctor Honoris Causa o laureado en varias universidades: Düsseldorf, Navarra, Buenos Aires y Pontifica Católica de Chile. En 1992 fue galardonado con el premio Leopold Griffuel (otorgado por la Association pour la recherche sur le cancer), por sus investigaciones en el papel de las anomalías cromosómicas en la causa del cáncer.
Fue uno de los promotores, y consejero científico, de la asociación “Laissez-les vivre” (dejadles vivir), organización pro-vida del no nacido. Asimismo, fue presidente de “Secours aux futures mères”, organización dedicada a ayudar a las gestantes con problemas.
En noviembre de 1993 se le diagnosticó un cáncer de pulmón. Juan Pablo II, su gran amigo, impulsó la creación de la Academia Pontificia de la Vida, que vio la luz el 26 de febrero de 1994, y de la cual Lejeune fue nombrado primer presidente. Fue el creador del juramento por la Vida que cada miembro debía prestar a su ingreso en la misma. Por desgracia, su enfermedad progresó, y sólo pudo ocupar el cargo de presidente durante unas pocas semanas.
Murió la mañana del domingo de Pascua, el 3 de abril de 1994, a los 68 años de edad. En el mismo día en que se celebra el triunfo de Cristo sobre la muerte, Jérôme Lejeune pasó de este mundo al otro, para compartir también él ese triunfo. Al conocer la noticia, el Santo Padre manifestó el 4 de abril: “las palabras de Cristo acuden a la mente al contemplar la muerte de Jérôme Lejeune. Una muerte como esta fortalece el testimonio por la Vida al que cada uno de nosotros estamos llamados por Jesucristo. A lo largo de la vida de nuestro hermano Jérôme, este llamamiento fue un principio rector. Como biólogo altamente especializado, tenía pasión por la vida. Fue una de las grandes autoridades mundiales en su campo. Asistimos a la muerte de un gran cristiano del siglo XX, para el cual, defender la Vida se convirtió en un apostolado”.
Unos años después, durante el encuentro mundial de jóvenes en París en 1997, Juan Pablo II visitó su tumba en Châlo-Saint-Mars.


La Iglesia le reconoció como Siervo de Dios. El papa Juan Pablo II escribió al cardenal Lustiger de París, a propósito de Lejeune en estos términos: “En su condición de científico y biólogo era un apasionado de la vida. Llegó a ser el más apasionado defensor de la vida, especialmente de la vida de los por nacer, tan amenazada en la sociedad contemporánea, de modo que se puede pensar en que es una amenaza programada. Lejeune asumió plenamente la particular responsabilidad del científico, dispuesto a ser signo de contradicción, sin hacer caso a las presiones de la sociedad permisiva y al ostracismo del que era víctima”.
El 25 de febrero de 2007, durante la XIII asamblea general de Pontificia Academia para la Vida, se anunció la apertura de la causa para la beatificación del profesor Jérôme LeJeune, iniciada ese 28 de junio por el padre Jean-Charles Nault, abad de Saint Wandrille, en Francia. El proceso diocesano concluyó el 11 de abril de 2012 en un acto oficial en la catedral de Notre Dame de París.
Sus herederos crearon la “Fundación Lejeune” para la investigación y tratamiento de las enfermedades cromosómicas. En 2008 recibió, a título póstumo el premio Victoire de la Médecine, junto a Raymond Turpin y Marthe Gauthier, los otros dos descubridores de la trisomía 21.
Nunca le concedieron el premio Nobel de medicina.
“Cada uno de nosotros tiene un momento preciso en que comenzamos. Es el momento en que toda la necesaria y suficiente información genética es recogida dentro de una célula, el huevo fertilizado y este momento es el momento de la concepción. Sabemos que esta información está escrita en un tipo de cinta a la que llamamos ADN… la vida está escrita en un lenguaje fantásticamente miniaturizado.”
Jérôme Lejeune
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Nota: recomiendo muy especialmente leer este artículo de De Lapsis, la bitácora de Juanjo Romero, escrito durante la conclusión del proceso diocesano de su causa de beatificación, este mismo año.
Bibliografía:
“Life is a blessing”. Biografía por Clara Lejeune, publicada por Ed Ignatius press. La edición española “Dr Lejeune, el amor a la vida”, publicada por ediciones Palabra en 1999.
“Jérôme Lejeune”. Anne Bernet, 2004. Ed Presses de la Renaissance.
“Le profesor Lejeune, fundateur de la génétique moderne”. Jean-Marie Le Méné, 1999. Ed Mame
“The concentration can. When does human life begin?” Jérôme Lejeune, 1992. Ed Ignatius Press.
Asociación pro-vida “Laissez-les vivre”
Fundación “Jérôme Lejeune. Chercher, soigner, défendre”.
Instituto “Jérôme Lejeune”

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